Einstein ¿Existe el mal? Una falsa historia que circula por internet
La gran mentira de la Biblia, según Einstein.
Seguramente has leído en algún pps o en Facebook esta bonita historia de Einstein y el profesor de matemáticas. ¿no?
Esa
historia es falsa. Es un cuento que está bien, y que da respuesta a una
pregunta que muchos cristianos se hacen una y otra vez. Sectores
religiosos contantemente ponen en circulación historias falsas
y para hacerlas creíbles, les ponen firmas de personajes famosos e
importantes para la humanidad, como es este caso, en que atribuye esta
historia infantil a Albert Einstein. Lo que pensaba Einstein de Dios lo
tenemos escrito de su puño y letra, y los podéis leer a continuación
Texto que circulo en internet atribuido a Einstein
Un profesor universitario retó a sus alumnos con esta pregunta...
—¿Dios creó todo lo que existe?
Un estudiante contestó valiente:
—Sí, lo hizo.
—¿Dios creó todo?
—Sí señor, respondió el joven.
El profesor contestó:
—Si Dios creó todo, entonces Dios hizo el mal, pues el mal existe y bajo el precepto de que nuestras obras son un reflejo de nosotros mismos, entonces Dios es malo.
El estudiante se quedó callado ante tal respuesta y el profesor, feliz, se jactaba de haber probado una vez más que la fe cristiana era un mito.
Otro estudiante levantó su mano y dijo:
—¿Puedo hacer una pregunta, profesor?
—Por supuesto, respondió el profesor.
El joven se puso de pie y preguntó:
—¿Profesor, existe el frío?
—¿Qué pregunta es esa? Por supuesto que existe, ¿Acaso usted no ha tenido frío?
El muchacho respondió:
—De hecho, señor, el frío no existe.Según las leyes de la Física, lo que consideramos frío, en realidad es ausencia de calor. Todo cuerpo u objeto es susceptible de estudio cuando tiene o transmite energía, el calor es lo que hace que dicho cuerpo tenga o transmita energía. El cero absoluto es la ausencia total y absoluta de calor, todos los cuerpos se vuelven inertes, incapaces de reaccionar, pero el frío no existe. Hemos creado ese término para describir cómo nos sentimos si no tenemos calor.
—Y, ¿Existe la oscuridad?, continuó el estudiante.
El profesor respondió:
—Por supuesto.
El estudiante contestó:
—Nuevamente se equivoca, señor, la oscuridad tampoco existe.
La oscuridad es en realidad ausencia de luz. La luz se puede estudiar, la oscuridad no, incluso existe el prisma de Nichols para descomponer la luz blanca en los varios colores en que está compuesta, con sus diferentes longitudes de onda. La oscuridad no. Un simple rayo de luz rasga las tinieblas e ilumina la superficie donde termina el haz de luz. ¿Cómo puede saber cuan oscuro está un espacio terminado? Con base en la cantidad de luz presente en ese espacio, ¿No es así? Oscuridad es un término que el hombre ha desarrollado para describir lo que sucede cuando no hay luz presente.
Finalmente, el joven preguntó al profesor:
—Señor, ¿Existe el mal?
El profesor respondió:
—Por supuesto que existe, como lo mencioné al principio, vemos violaciones, crímenes y violencia en todo el mundo, esas cosas son del mal.
A lo que el estudiante respondió:
—El mal no existe, señor, o al menos no existe por si mismo. El mal es simplemente la ausencia de Dios, es, al igual que los casos anteriores un término que el hombre ha creado para describir esa ausencia de Dios. Dios no creó el mal. No es como la fe o el amor, que existen como existen el calor y la luz. El mal es el resultado de que la humanidad no tenga a Dios presente en sus corazones. Es como resulta el frío cuando no hay calor, o la oscuridad cuando no hay luz.
Entonces el profesor, después de asentir con la cabeza, se quedó callado.
*El nombre del joven era: Albert Einstein.
Einstein y la religión
Einstein cosechó con sus palabras años de investigaciones y lecturas, donde la ciencia se topó con Dios. Se crió en un hogar judío, pero tuvo vivencias en el cristianismo. Alcanzó la religión a partir de la emoción que percibía del orden y la armonía del cosmos. Su religión no se inscribía en esas poderosas estructuras que imponen normas de vida “inspiradas” por Dios. Esas “instituciones” dirigidas por quienes se proclaman “elegidos”, que tienen en sus manos la definición del bien y del mal y amenazan con el castigo eterno a aquellos que no respetan sus reglas.
La palabra Dios es para mí nada más que la expresión y producto de debilidades humanas, la Biblia una colección de honorables aunque primitivas leyendas que son bastante infantiles. Ninguna interpretación, por sutil que sea, puede cambiar esto para mí. Para mí la religión judía, como todas las demás, es una encarnación de las supersticiones más infantiles. Y el pueblo judío, al que de buen grado pertenezco y con cuya mentalidad tengo una profunda afinidad, no tiene para mí una calidad distinta a la de todos los demás pueblos. Hasta donde llega mi experiencia, no son mejores que otros grupos humanos, aunque están protegidos de los peores cánceres por una falta de poder. Fuera de eso no puedo ver en ellos nada de ‘elegidos’”.
Lo escribió en una carta el físico Albert Einstein en el año 1954, un año antes de morir. Esa carta fue noticia estos días ya que fue subastada en Londres y un coleccionista pagó 400 mil dólares por el papel.
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